Vivimos en un mundo crepuscular

Compleja a un nivel quizás innecesario, Tenet (2020) es la más reciente y fastuosa obra de Christopher Nolan. Dos horas y media de intrigas, espías y unos muy particulares viajes en el tiempo. La película resulta un tanto fría y mecánica.

Por Nicolás Bianchi

En los primeros cuarenta minutos son varios los personajes que al cruzarse advierten que aquí no habrá nada de charla (‘small talk’ o ‘chit chat’) sino que todos van a ir al grano todo el tiempo. Eso es así porque Tenet requiere de demasiadas explicaciones para que por lo menos algo de todo lo que sucede en la pantalla sea mínimamente comprensible para el espectador.

Sin perder un segundo el film abre con un asalto terrorista a la Ópera de Kiev, en Ucrania. Protagonista (John David Washington), el personaje principal de nombre genérico, integra un equipo que busca evitar que se salgan con la suya, para lo que debe proteger tanto a una persona como a un artefacto, que al parecer forma parte de un arma de gran poder. Logra con éxito los objetivos de su misión pero al final cae preso del grupo ruso, por lo que intenta suicidarse con una pastilla de cianuro.

Sator, el oligarca ruso, el villano.

En algún momento posterior, lo temporal en toda la película es vertiginoso, despierta y es informado sobre la verdadera naturaleza de la operación en la que participó. Se trataba simplemente de una acción para reclutarlo, de una prueba para medir sus habilidades, que superó con éxito. La verdadera misión, que ocupará el resto de la película, es detener a Sator (Kenneth Branagh), un oligarca ruso que busca ensamblar un arma de gran poder. ‘¿Nos enfrentamos a un holocausto nuclear?’, pregunta Protagonista, a lo que le responden que no, que es peor.

Sin entrar en demasiadas complejidades se puede sostener que Tenet es una película que presenta elementos clásicos para lo que es el cine de espías del tipo Mission Imposible o James Bond. Protagonista debe enfrentar a Sator con la paz o seguridad mundial de trasfondo. Cuenta con la ayuda de Neil (Robert Pattinson), un agente misterioso que siempre parece estar un paso por delante de los hechos, y se verá involucrado de alguna manera con la bella Kat (Elizabeth Debicki), esposa y víctima a la vez del malvado oligarca ruso. Hay además una breve escena en la que Michael Caine interpreta a un representante de la inteligencia británica.

Lo que sucede es que la película, además de lo expuesto, gira en torno del concepto de objetos (y personas) invertidas en el tiempo. Por ejemplo, hay armas que cuando se aprieta el gatillo en vez de disparar una bala la incorporan. El daño que hace en el trayecto es igual o peor que en la normalidad. Todos estos dispositivos, que no tiene sentido exponer en estas oraciones, requieren de interminables líneas de diálogo explicativas para que se pueda comprender algo de lo que está sucediendo. Tenet está diseñada para que cuando los espectadores salgan de la sala, ya que se pensó para un estreno mundial masivo que fue limitado por la pandemia, interpreten y debatan sobre las posibles implicancias de algunas de las escenas de la película.

Kat, una de las tantas víctimas de Sator.

El film cuenta con la maquinaria técnica habitual con la que Nolan dota a sus obras. El ritmo es trepidante, la banda sonora es envolvente y tensa aún más las acciones que se ven en pantalla, los efectos especiales son de primer nivel y las secuencias de acción están logradas a la perfección. Tenet condensa buena parte de su obra, con un protagonista que nunca comprende del todo lo que sucede como en Memento, escenas como la de la Ópera que recuerdan al inicio de algunas de las Batman, una secuencia de guerra a lo Dunkirk y una trama de espías como en Inception, que en vez de girar en torno a los sueños lo hace a través de los bordes del tiempo.

Es una película que seguramente tendrá sus fans, pero que también se puede hacer larguísima e incomprensible para buena parte del público. En algún punto de tanta explicación física y teórica, o ante el sumamente sinuoso camino que recorren los personajes es posible rendirse y esperar a que todo se resuelva en el plano de la acción. Además, en el argumento hay alguna debilidad o incongruencia tanto en lo que motiva al villano a llevar adelante su destructiva misión como en el armado de la operación que se monta para evitarla. Quizás hubiera sido mejor que Nolan no abrume tanto a su audiencia con interminables teorizaciones sobre el tiempo, el presente, el pasado y el futuro para así disfrutar un poco más del viaje visual que supone su cine.

Afiche de la película (2020).

La película apareció en buena calidad, aquí.

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