Un triunfo de la imaginación

Una película de criminales, un testimonio sobre el cine, una demostración de virtuosismo audiovisual. The Limits of Control (2009), filmada íntegramente en España por Jim Jarmusch, es una obra significativa que no siempre ha sido bien recibida por la crítica y el público.

Por Nicolás Bianchi

En el New York Times se publicó que The Limits of Control es un “evento no dramático, puramente de imagen y sonido”. A su vez, en las páginas del New Yorker se pudo leer que el film “es una vaga protesta contra el control corporativo y en favor del arte, la música, las drogas o lo que sea, que parece un pobre robo a un cine más tradicional”. En el Wall Street Journal alguien escribió que la película es “vacía y enloquecedora”*.

‘El que se tenga por grande que vaya al cementerio y verá lo que es el mundo’, canta la andaluza Carmen Linares en la pieza que encabeza la banda de sonido de la película. El Hombre Solitario (Isaach de Bankolé) es un agente del crimen, a sueldo de una organización desconocida, que debe cumplir con una serie de postas para recolectar información antes de llevar a cabo su trabajo, que consiste en atacar a una banda de norteamericanos, armados hasta los dientes y con camionetas, jeeps y helicópteros. El personaje tiene una misión y recorre un camino, en el que, entre otras cosas, se enamora de la Mujer Desnuda (despampanante Paz de la Huerta). ¿Por qué alguien diría que se trata de un evento no dramático?

Madrid con cierto aire futurista.

Sí es cierto que la imagen y el sonido son preponderantes. En el primer acto, en el que el Hombre Solitario llega a Madrid, la ciudad es filmada de tal manera que se asemeja a una metrópolis futurista. La expresión totémica de de Bankolé es tomada desde todos los ángulos posibles. No se trata de un rostro atravesado por las emociones sino por la tensión de quien tiene una misión por concretar. El color también es fundamental en el film. Los colores brillosos del traje del protagonista, que irá cambiando según la ciudad en la que se encuentre, se mimetizan con los rincones urbanos que elige Jarmusch. En Madrid el personaje se confunde con la noche y el cielo violáceo. En la gama de colores de Sevilla priman los amarillos y marrones, mientras que en Doña María Ocaña son preponderantes los grises y los verdes. Por esas calles el personaje, de a poco, se asemeja a un ninja que se confunde con su entorno. Los colores de los escenarios, replicados en el vestuario, también narran y suman en la construcción del personaje.

Y lo que enfrenta el personaje es, a todas luces, una corporación liderada por El Americano (Bill Murray) con la imaginación como su principal recurso. No se trata de una “vaga protesta” sino de una parodia, una sátira de aquellas películas en las que todo parece estar bajo control y que le dan al espectador decenas de explicaciones en lenguaje cientificista para sostener la inverosimilitud de sus secuencias. Del lado del Hombre Solitario están los demás implicados en la misión, que le van aportando información, conversan o monologan sobre distintos temas. La Rubia (Tilda Swinton) habla de cine y de la belleza de las escenas en las que los personajes se quedan callados y, aparentemente, nada sucede. El Hombre del Violín (Luis Tosar), a su vez, da una idea romántica sobre la música y la memoria de los instrumentos que graban las notas que en ellos se pulsan. Luego, el Hombre de la Guitarra (John Hurt) se preocupa por el origen etimológico de la palabra ‘bohemia’ y de qué manera puede servir para señalar a quienes viven sumergidos en inquietudes artísticas. Por último El Mexicano (Gael García Bernal) le consulta al Hombre Solitario si probó el peyote, lo que no alcanza ni por asomo para decir, como en el New Yorker, que en el film hay un mensaje en favor de las drogas.

Esos momentos de las películas en los que los personajes se quedan callados.

El único personaje de la banda que falta mencionar es Moléculas (Yuki Kudo), una mujer japonesa que da un discurso muy extraño sobre la ciencia y las propiedades de las moléculas. La escena es autorreferencial porque sucede en un tren, de la misma manera que en Mystery Train (1989), película protagonizada por la misma actriz. La banda de sonido, por su manera de resaltar las escenas, es asimilable a la que compuso Neill Young para Dead Man (1995). La manía del Hombre Solitario por las dos tazas de expreso es también un guiño a Coffee and Cigarettes (2003). El personaje de la Mujer Desnuda es la femme fatale presente en Ghost Dog (1999), entre otras películas de Jarmusch. Por último, el film en una de sus secuencias más importantes presenta una elipsis como la de Down by Law (1986) cuando no se muestra la fuga de los presos de la cárcel. Son muecas habituales en el cine de Jarmusch pero puestas al servicio de otra historia, original, distinta a las que referencia.

Si todo esto le pareció “vacío y enloquecedor” a quien firma la crítica del Wall Street Journal es, quizás, porque no entendió que en el arte, la música, la ciencia o el cine no todo puede estar todo el tiempo bajo supervisión. Si hay algo que queda claro luego de ver la película es que el control, y quienes lo ejercen, siempre tienen sus límites.

Afiche de la película (2009).

La película se consigue con facilidad por aquí, con estos subtítulos.  

* Estas y otras críticas, en su mayoría negativas, se pueden leer aquí: https://www.imdb.com/title/tt1135092/criticreviews?ref_=tt_ov_rt

2 comentarios sobre “Un triunfo de la imaginación

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