La historia a través de un actor muy secundario

The Last Emperor (1987) narra la vida de Pu-Yi, el último emperador de China, a través del cual se narran los cambios ocurridos en la primera mitad del siglo XX. Fue una figura decorativa, un títere del poder. Ganadora del Oscar. Dirigida por Bernardo Bertolucci, con John Lone y Peter O´Toole.

Por Nicolás Bianchi

En The Last Emperor el cine es un evento en sí mismo, una empresa de gran tamaño que aspira a una realización colosal. La película fue la primera que estuvo autorizada para ser rodada, en parte, en la Ciudad Prohibida, el complejo palaciego ubicado en Pekín que justamente en 1987 fue declarado como patrimonio de la humanidad por la ONU. Durante la primera mitad del film, el escenario que se muestra a los espectadores es tan o más importante que la trama que allí se desarrolla.

Pu-Yi (interpretado por John Lone en su versión adulta) fue coronado a los tres años, separado de su familia y vivió, hasta su juventud, sin salir de los palacios, salas y patios que componen a la Ciudad Prohibida. Pero nunca gobernó más que a la legión de eunucos que tuvo a disposición para divertirse. Es más, vivió como en tiempos remotos hasta que la historia entró de lleno en escena. Las repúblicas fallidas que precedieron al avance comunista en China lo conservaron como una figura decorativa pero menor.

Peter O´Toole interpreta al tutor imperial, que le introduce al joven las bondades de Occidente.

The Last Emperor está narrada en dos tiempos. En el presente Pu-Yi es ya un adulto que ronda los 50 años y está detenido en un campo de concentración en Manchuria, cerca de la frontera entre la Unión Soviética y China. Sus captores le exigen que escriba una confesión sobre su supuesto estatus de traidor a la revolución popular para lo que el personaje repasa toda su vida, lo que ocupa gran parte de la película.

A partir de su adolescencia es acompañado, siempre dentro de la Ciudad Prohibida, por el tutor Reginald Johnston (Peter O´Toole), que de alguna manera le presenta las bondades del mundo occidental. Las escenas con O´Toole, que interpreta a un británico que habla como en una clase de inglés, son de lo más disfrutable del film. La corrección excesiva en el trato con el emperador, que es en definitiva su alumno, permiten ridiculizar el estilo de vida antiguo que se practicaba en los palacios chinos.

Cuando en 1924 Pu-Yi es expulsado de la Ciudad Prohibida por los militares que llevan adelante un nuevo golpe de estado, intenta convertirse en un playboy, estilo de vida que consigue mantener a partir del amparo de los japoneses, un imperio por entonces en expansión. Ya en el calor de la Segunda Guerra Mundial, Pu-Yi es instaurado como emperador de Manchukuo, un gobierno títere instaurado por Tokio en la invadida región de Manchuria.

Pu-Yi es tratado como un preso más en un campo de concentración en Manchuria.

En cierta medida, la obra de los japoneses en China es comparable a la de los nazis en Alemania. En Manchuria instalaron campos de trabajos forzados en los que murieron millones, que luego fueron arrojados a fosas comunes. La película es condescendiente con Pu-Yi, mostrado apenas como un títere sin poder de decisión ni capacidad para rebelarse frente a sus amos japoneses.

A la vez, el personaje jamás puede romper lo que los distintos eventos de su vida le imponen. En buena medida fue una víctima de lujo, preso hasta su adultez en cárceles de oro, hasta que la revolución de Mao le hizo conocer una más “real”. La de Pu-Yi fue una vida extraordinaria, en un lugar legendario, aunque por su falta de carácter y su conformismo se trate también de una historia triste.

Afiche de la película (1987).

Está disponible en QubitTV y también se consigue online. Contacto: elgolocine@gmail.com.  

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