Un drama que pone al sacerdocio moralmente por encima del resto de la sociedad

Going my way (1944), dirigida por Leo McCarey y protagonizada por el cantante Bing Crosby, sitúa a los hombres de religión como los faros de un conjunto de personajes con dobleces. A los ojos de hoy es un muy anodino drama musical. Ganó el Oscar a mejor película.

Por Nicolás Bianchi

Bing Crosby fue un cantante súper exitoso en los años 30s y 40s del siglo pasado. Sus singles White Christmas y Silent Night permanecen hoy al tope de los más vendidos en la historia de la industria musical. Fue uno de los primeros crooners, varones de voces potentes que cantan con suavidad. No fue el único músico exitoso que tuvo su experiencia en cine pero sí es destacable que Crosby lo hizo cuando estaba en la cima de su fama. Con posterioridad fue reconocido como una referencia por Frank Sinatra, entre otros.

Crosby, la súper estrella del momento, se trasladó a las pantallas para hacer de cura. Ideológicamente republicano y cristiano, el cantante aceptó la propuesta del también católico director Leo McCarey. Going my way significó un éxito rotundo de taquilla, y por el arreglo al que habían llegado previamente, el director fue, hasta el momento, quien más dinero ganó en Hollywood por su trabajo en una película.

El cura interpretado por Crosby alecciona a una joven muchacha.

El film es conservador y tradicional tanto en su puesta como en su trama. Crosby interpreta al padre O´Malley, designado por el arzobispado para hacerse cargo de la iglesia del padre Fitzgibbon (Barry Fitzgerald), un anciano cura que vive prácticamente recluido en su parroquia. Además la iglesia está en problemas financieros ya que no pueden pagar la hipoteca y el financista Haines (Gene Lockhart) no tendrá, dado el caso, ningún problema en ejecutar la deuda y quedarse con lo que entiende le corresponde.

Al llegar a la iglesia O´Malley se da cuenta que el viejo Fitzgibbon es reacio a cualquier cambio por lo que, mientras introduce algunas de sus ideas, asume la posición de ayudante, para no avasallar a su veterano colega. O´Malley es bueno en todo sentido y tiene habilidad para negociar con los demás personajes que componen la sociedad que rodea la parroquia.

Hace la vista gorda cuando una pandilla de jóvenes roba un pavo y a partir de una relación de confianza con el líder del grupito forma un coro juvenil. También le ofrece ayuda a Carol (Jean Heather), una joven de 18 años, muy atractiva, que huyó de su casa. En vez de castigar o establecer algún tipo de penitencia el padre O´Malley escucha y luego obra para reencarrilar esas vidas.

Con el viejo padre a quien, en vez de desplazar de su lugar, asiste.

La formación del coro y que la iglesia cuente con un piano le proveen a la película la excusa para introducir distintos números musicales interpretados por Crosby. La trama por lo general no avanza en esos momentos sino que se detiene. Los cuadros son una atracción dentro de la película. Solo cuando O´Malley le canta una canción de cuna irlandesa al padre Fitzgibbon, aquejado por alguna dolencia que le impedía dormir con normalidad, lo que además afianza la relación entre ambos, lo musical está en función de lo narrativo.

Vista desde hoy es difícil encontrar algo para rescatar en Going my way más que el reflejo de una época donde se comienza a ver a la juventud como sujetos descarriados que necesitan un orden en sus vidas. Los curas son presentados aquí como seres que están moralmente elevados por encima del promedio de su tiempo. Con su barrida en los principales premios Oscar y su éxito en los cines la película constituye un hito de otro tiempo, lejano, y que probablemente ya haya caído en el olvido.  

Afiche de la película (1944).

Se consigue aquí, con estos subtítulos.

Deja un comentario

Diseña un sitio como este con WordPress.com
Comenzar