Un ejercicio de estilo sin una narración que lo enaltezca

The Black Dahlia (2006), del director Brian De Palma y basada en una novela de James Ellroy, es un film noir, hecho a color y en el siglo XXI, que cuenta la investigación en torno al violentísimo asesinato de una mujer en los años 40.

Por Nicolás Bianchi

Boxeo, crimen, investigación policial y erotismo. The Black Dahlia está cargada de elementos a pesar de que la combinación no resulta del todo exitosa, sino más bien densa, con varios pasajes que al final de las dos horas de metraje aparecen como evitables. Un buen ejercicio de síntesis podría haber hecho algo más atractivo el material filmado por De Palma con tics y perspectivas de otra época.

Lo importante para el director es una vez más solo lo visual. La construcción de un ambiente lúgubre, el montaje de escenas con difuminados como en otro momento de la industria, un puñado de citas cinéfilas y hasta una filmación porno amateur de antaño son todos ingredientes estéticamente logrados a la perfección, aunque luego el problema, una vez más, sea el engarce entre ellos para contar una historia.

Eckhart es fuego y Hartnett es hielo.

La acción comienza en un ring de boxeo donde se enfrentan, así se vende la pelea, el hielo contra el fuego. El más cerebral y racional Bucky (Josh Hartnett) pelea contra el irascible y volátil Lee (Aaron Eckhart). Ambos son policías y la pelea está arreglada. Bucky debe perder para ganar unos cuantos dólares y además ser promovido dentro de la fuerza, a la misma división que Lee. Ellos más que amigos son compañeros.

Junto a Kay (Scarlett Johansson), pareja de Lee, forman un trío que prácticamente convive. Si bien se advierte cierta tensión sexual entre Bucky y Kay desde ambas partes se respeta la pareja que conforma ella junto a Lee. Los casos que irán cayendo en manos de los policías escalarán en complejidad. Primero se ven involucrados dentro de lo que parece un ajuste de cuentas entre mafiosos para llegar luego al plato fuerte, el descubrimiento del cuerpo de una mujer asesinada cuyo cuerpo sufrió vejaciones brutales.

Kay de blanco en imagen opuesta a Madeleine, siempre de negro.

El caso obsesionará a Lee y principalmente a Bucky, el protagonista desde cuyo punto de vista está narrada gran parte de la película. En ese camino Bucky se cruzará con Madeleine (Hillary Swank), una mujer con un lado oscuro que se develará cuando se resuelva el caso. Ella es el opuesto a Kay. Ambas responden a los estereotipos de las películas de género, producidas entre los años 30 y los 50. Por lo general a la sombra de los hombres, muy sexualizadas, y con su atractivo como su principal herramienta de defensa o ataque. Pero Kay es buena y viste siempre en tonos blancos mientras que Madeleine esconde algo y usa vestidos negros.

Todo lo relativo a la filmación y la recuperación de la forma en que se hacían y montaban películas en otra época es destacable y disfrutable. Pero lo que falla es la trama. Hartnett no logra que su protagonista interese, Johansson está limitada por un personaje chatísimo, mientras que los mejores momentos se reservan para el colérico policía que interpreta Eckhart y la tenebrosa mujer encarnada por Swank. Luego la trama tiene demasiados giros, flashbacks y complejidades que pueden resultar en alguna distracción por parte de la audiencia. En definitiva, cuando todo se resuelva el culpable mediante un parlamento explicará todo. Un camino muy largo y sinuoso para llegar a un lugar demasiado común.

Afiche de la película (2006).

La película está disponible aquí, con estos subtítulos.

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