Nada va a estar bien

El cuaderno de Tomy (2020), dirigida por Carlos Sorín y basada en la historia real de María Vázquez, relata las últimas semanas de una mujer agonizante por un cáncer terminal, en las que adquirió cierta fama y terminó de escribir un libro para su hijo de tres años que luego fue un suceso editorial.

Por Nicolás Bianchi

La fama llegó a la vida de María “Marie” Vázquez en sus últimos días, cuando ya sabía que no había tratamientos posibles para su enfermedad y solo quedaba esperar y aliviar el dolor lo más posible. En El cuaderno de Tomy ese momento se anuncia cuando, en la cafetería del sanatorio, el marido de la protagonista, interpretado por Esteban Lamothe, es advertido sobre una nota publicada en el diario Clarín que recoge la historia y los tuits más ocurrentes de su mujer.

A la vista el papel que sostiene Lamothe no es de diario, sino de ilustración. Se nota que, por el brillo, se trata de una impresión hecha para la película. No se trata de criticar una nimiedad como esa sino de marcar que en el film, en distintos momentos, está muy presente el componente artificial. La luz demasiado blanca, como de un shopping o aeropuerto, y ciertas tomas que parecen logradas a través de filtros de Instagram le quitan textura a las imágenes.

La película recupera tuits de la cuenta original de María Vazquez.

Y más que contar cómo una madre se despide de su hijo demasiado temprano, lo que Sorín realiza es un racconto lacrimógeno de una agonía en la que las escenas con menos peso son, justamente, las que recuperan los últimos encuentros de Marie (Valeria Bertuccelli) con su hijo, interpretado por Julián Sorín, nieto del director. En cambio, la narración acentúa los momentos en los que la protagonista organiza sus despedidas con su mejor amiga, interpretada por Malena Pichot, y los avatares que debe superar su marido para lograr que alivien su dolor.

En cierto momento, El cuaderno de Tomy se adentra en las dificultades de la pareja para conseguir lo que llaman como “sedación terminal”, o sea la administración de drogas para que finalmente Marie duerma hasta morir, ya sin sentir dolor alguno. El principal aliado que tienen es el doctor Vigna (Mauricio Dayub), mientras que desde el directorio del hospital ponen trabas por temor a que se considere, tras la exposición mediática del caso, que hubo un procedimiento ilegal asimilable a la eutanasia.

Madre e hijo, en alguno de los últimos momentos compartidos.

Bertuccelli logra interpretar con solidez a la moribunda Marie, cuyo humor ácido volcado en su cuenta de Twitter le sienta a la perfección. Permanentemente la película utiliza lo escrito y dicho por María Vázquez en redes sociales y en las pocas entrevistas que dio para elaborar las líneas de diálogo del personaje. También se presenta a un grupo de amigos de la pareja, que parece estar colocado más como un relleno estelar (Mónica Antonópulos, Ana Pauls, Diego Reinhold, Paola Barrientos, entre otros) que por alguna cuestión narrativa concreta, más allá de la escena de la despedida con el personaje que interpreta Ana Katz, quizás uno de los momentos más tristes de una historia ya triste de por sí.

El cuaderno de Tomy, en definitiva, discurre por el camino más anunciado para una historia así. Sin poder saber cuál fue la intención de Sorín, el resultado es el de una escena tras otra que lucen hechas para hacer llorar a la audiencia. Ni la relación de Marie con su hijo ni la lucha compartida con su marido para que la dejen morir dignamente logran desplazar del centro de la atención a la tristeza que provoca ver la agonía de una mujer joven, inteligente y vital.

Afiche de la película (2020).

La película se estrenó recientemente en Netflix.

Deja un comentario

Diseña un sitio como este con WordPress.com
Comenzar