Un maldito tubo en el que lo único posible es arrastrarse

La película francesa Méandre (2020) funciona mejor en su faceta de thriller de terror y encierro que como drama existencial de ciencia ficción. Una mujer se encuentra encerrada en un complejo sistema de tuberías y celdas de las que busca escapar para sobrevivir. Dirigida y escrita por Mathieu Turi.

Por Nicolás Bianchi

En una fusión que no deja de ser extraña Méandre combina una situación de encierro y terror al modo de la saga de Cube (1997) con un relato existencial, territorio sumamente explotado en la ciencia ficción. La situación de acción, en la que la protagonista debe escapar de un laberinto metálico, funciona mucho mejor que la deriva fantástica, que no es solo explícita en sus implicancias sino también un tanto descuidada desde el aspecto visual.

Lisa (Gaia Weiss), la protagonista excluyente del film, atraviesa un período oscuro de su vida luego de la pérdida de su hija. Nada queda del todo claro en principio. La mujer luce atravesada por un impulso suicida, aunque también solo podría ser tristeza por el hecho de que su hija no está, ya sea porque desapareció o algo peor. Así, al borde de un camino en medio de la nada, es levantada por un hombre que maneja una camioneta y dice ser un guardia nocturno. Pero es algo mucho peor. Inmediatamente después de anoticiarse sobre la verdadera identidad de quién se ofreció para ayudarla Lisa se desvanece.

Lisa descubre con horror que está encerrada y encadenada a un reloj.

Luego de la breve secuencia inicial Lisa despierta en una suerte de celda de metal, que es solo la primera recámara de un laberinto de túneles. Sin saber quiénes son sus captores ni por qué está allí la protagonista debe superar pruebas que consisten en llegar a tiempo a distintas postas. Para agregar otro elemento de fuerte poder simbólico está encadenada a un reloj luminoso que le indica cuánto tiempo le queda antes de que el laberinto le depare alguna sorpresa potencialmente mortal.

Así, el personaje está reducido a una expresión mínima pero vital, que es el impulso de sobrevivir. Por momentos lo único que puede hacer es arrastrarse lo más rápido posible. La película sale airosa del desafío de tener que contar una serie de acciones muy similares, con un solo personaje y prácticamente sin líneas de diálogos, más allá de algunos pensamientos que Lisa verbaliza para cortar con la monotonía del silencio.

Lo único que queda por hacer es arrastrarse.

Méandre no tiene el mismo éxito cuando la dinámica inicial se agota y debe cambiar de tono. Por un lado, el giro sci fi anula el poder sugestivo que presentaba el relato en su primera parte, porque todo el contenido simbólico del trajín de Lisa se pone en imágenes y palabras. Por otro, una serie de efectos y puestas en escena que se asimilan al cine clase B afean a un film que se había mostrado sobrio y austero.

Cuando el volantazo existencial deviene en espiritual el fallo se vuelve aún mayor. El film nunca se puede recuperar luego de abandonar la línea inicial y solo empeora, aunque con ese primer impulso al menos alcanza para que el espectador sienta algo de interés por llegar a la meta.

Afiche de la película (2020).

 La película está disponible online. Contacto: elgolocine@gmail.com.

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