Un sueño coreano en América

Minari (2020), del director coreano estadounidense Lee Isaac Chung, es una historia de migrantes y emprendedores que valoriza la idea de vivir en una sociedad diversa. Fue producida por Brad Pitt, Sandra Oh y su protagonista Steven Yeun, entre otros, y distribuida por A24.

Por Nicolás Bianchi

El sueño americano puede tener múltiples interpretaciones pero la premisa madre es básicamente una: prosperar a partir del trabajo y el esfuerzo individual. Minari le agrega el contexto, la importancia de estar en un ecosistema social favorable, la posibilidad de la amistad entre quienes se suponen diferentes. Por allí, por más que el centro de la película sea la narración de un drama familiar, es que la película dialoga con su presente histórico.

Jacob (Steven Yeun, famoso luego de su participación en The Walking Dead) y Monica (Yeri Han) son inmigrantes coreanos que viven en Estados Unidos hace una década o más. Corren los años 80 y de la Costa Oeste se mudan a Arkansas, donde adquieren una casa tipo tráiler y unas pocas hectáreas de tierra. Mientras Jacob comenzará a instalar una granja ambos trabajan como peones en una fábrica rural.

El nuevo hogar.

Su trabajo es rutinario y sencillo. Deben distinguir a los machos de las hembras entre los pollitos recién nacidos. Las hembras serán gallinas ponedoras o carne para comercializar. Sobre el destino de los otros pregunta el pequeño David (Alan Kim), hijo de la pareja protagonista, a lo que el padre responde que los machos no sirven porque no dan huevos y su carne no tiene buen sabor. Luego señala una chimenea de la que sale humo negro y reafirma, mientras mira a su hijo, un ‘espero que no nos pase a nosotros’. La posibilidad de ser descartado, de no dejar nunca el trabajo gris está latente.

Monica no está convencida del cambio de la ciudad al campo, se muestra incómoda e inevitablemente choca y discute con su marido, absorbido por los problemas y el esfuerzo que le demanda la granja. A la familia se integra la abuela Soonja (Youn-yuh Jung), una simpática mujer que se pasa el día mirando lucha libre en la TV y que no es para nada el estereotipo de mujer anciana que cocina galletas para los chicos como le reclama su pequeño nieto.

A la par, también como modo de conectar con David, la abuela comenzará a plantar minari, una hierba coreana que sirve para producir salsas y condimentos, a la vera de un arroyo que está dentro de la propiedad familiar. Mientras, en la granja David recibirá ayuda del vecino Paul (Will Patton), un fanático cristiano que no está del todo cuerdo. La película es cándida con sus personajes, a quienes muestra con nobleza, a pesar de rarezas y ambiciones.

El vecino Paul carga una cruz.

En buena parte del film Minari es un relato en el que se ubica al espectador dentro de un hogar, dentro de un sistema de relaciones en el que pequeños eventos fortuitos o no tanto ocasionan algunas situaciones de tensión. Habitar esa morada junto a Monica, Jacob, sus hijos y la abuela es una sensación placentera. En la iglesia local la familia será bien recibida y cada cual podrá integrarse con pares de su edad, aunque la mirada despectiva hacia el diferente está presente en un adolescente que se burla del loco Paul. A pesar de esas amenazas se puede vivir en paz y con integración.

Minari es sensible y compasiva, y a pesar de su aparente sencillez integra en su metraje distintas tramas, que abordan temas como las relaciones en una familia, entre la pareja, entre ancianos y niños, entre nuevos y antiguos miembros de la comunidad. También la película trata sobre las segundas oportunidades, y cómo a pesar de vivir en una tierra extraña y lejana, hay cierta esencia que se conserva. La singularidad que hace que el gran sueño de todos sea un poco diferente.

Afiche de la película (2020).

La película está aquí.

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