Apariencias que no engañan a nadie

The Nest (2020), del director Sean Durkin y presentada en el último festival de Sundance, observa las relaciones en un grupo familiar, durante la década de los 80, que a todas luces vive por encima de sus posibilidades económicas reales.

Por Nicolás Bianchi

Este vez sí, el pago grande llega en unos días, con esto nos salvamos. El padre de familia Rory O´Hara (Jude Law) trabaja en el sector financiero y lleva un tren de vida ostentoso que no siempre puede sostener con su cuenta bancaria. Expresa además ese anhelo propio del mundo de las finanzas de buscar siempre lo nuevo, lo que supuestamente se viene, lo que va a ser tendencia.

Corren los años 80, época en los que los únicos teléfonos disponibles son los de línea, y la familia O´Hara se muda de New York a una mansión ubicada en las afueras de Londres. Al llegar, Rory una vez más demuestra su apego por lo material, por los pisos y muebles que tienen más de un siglo, por ese lugar donde alguna vez se hospedó la banda de rock Led Zeppelin. Su seguridad parece residir siempre en las referencias y el prestigio que provienen de afuera.

En taxi a la mansión.

Ligeramente distinta se presenta su mujer Allison (Carrie Coon), en algún punto más genuina y auténtica. Ella practica equitación y proyecta construir sus propios establos, pero su fortuna está atada a la de su marido. En principio acompaña con cierta felicidad y pasión la mudanza, pero en el primer momento importante de la película todo empieza a cambiar.

Durkin construye un ambiente en una eterna media luz, crepuscular, como si fuera un atardecer constante tanto en interiores como en exteriores. En esos ambientes con pisos y muebles de madera, y entre copas elegantes, los personajes desarrollan sus diálogos filosos pero contenidos. En la fiesta de recepción de Rory en Inglaterra Durkin centra su cámara, en una escena muy bien lograda, en el rostro de Allison. Mientras el jefe elogia a su empleado recontratado desliza algún dato que no es exactamente igual a lo que Rory le había dicho a Allison.

La ambientación a media luz se presenta durante toda la película.

El trabajo de él es mucho más silvestre de lo que parece. No hay grandeza ni fastuosos contratos que puedan sostener la vida de multimillonarios que los O´Hara están llevando adelante. Los mejores colegios para sus hijos, una mansión en las afueras de Londres, un departamento en New York, establos. No alcanza para todo y eso puede ser motivo de deshonra o vergüenza.

Afiche de la película (2020).

A partir de entonces se traza una distancia cada vez mayor entre la pareja protagonista. Richmond, el caballo con el que ella estrena, será el catalizador de sus personalidades. Allison lo ve como un compañero, un ser viviente. Para Rory es un bien más por el que pagó. Mientras el varón, como un jugador compulsivo, busca llevar el andamiaje irreal con el que vistió a su vida hasta las últimas consecuencias, Allison, con los pies y las manos más en la tierra, se harta.

Ambas actuaciones son destacadas. Tanto Coon como Law logran encarnar con nervio a sus personajes que devienen antagonistas. La pareja eleva la propuesta de Durkin que es pequeña y medida pero cuidada.

La película está disponible aquí.

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