Astronautas en zapatillas

La primera película de John Carpenter fue Dark Star (1974), una comedia delirante de ciencia ficción con diálogos filosóficos, cosmonautas hippies y un alien que es una pelota de playa con manos.

Por Nicolás Bianchi

La primera referencia obligada al hablar de Dark Star es 2001: A Space Odyssey (1968, Stanley Kubrick), aquella sinfónica película de ciencia ficción con grandes dosis filosóficas y existencialistas que seguramente tiene asegurado un lugar dentro de los grandes films de la historia. Esto es así porque Dark Star es, antes que cualquier otra cosa, una gran parodia del largometraje de Kubrick.

La nave Dark Star, de misión por el espacio desde hace 4 años, busca planetas que podrían generar alteraciones en el universo y los destruye con bombas atómicas (o súper atómicas, no importa, en verdad son bombas que destruyen planetas). Cuando el comandante de la nave, Lieutenant Doolittle (Brian Narelle), le pide a sus subordinados que encuentren una próxima misión les grita: ‘Denme algo que pueda bombardear’. Que sea una comedia no quiere decir que no pueda expresar una opinión sobre de qué se trata tirar bombas y hacer guerras, frías o calientes, por doquier. En cierto sentido, lo que la nave Dark Star realiza son ataques preventivos, antes de que ese término estuviera presente en la jerga militar de la humanidad.

La nave y un planeta que pronto será destruido.

Kubrick podría haber dicho que él lo hizo primero, eso de hacer parodias sobre las bombas atómicas y la Guerra Fría, con Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb (1964) y seguramente sea cierto. Lo que sucede es que Dark Star fue la primera película de Carpenter, que seguramente no imaginó que luego se iba a convertir en uno de los directores de cine comercial o de entretenimiento más importante de su tiempo.

Entonces, puede haber pensado el director, hagamos chistes sobre esa película que tiene aires trascendentales y una gravedad inusitada. Los hizo y funcionan, hoy todavía, muy bien. La nave está tripulada por tres hombres más, todos barbudos nihilistas que, tras tantos años en el espacio, o están sumidos en grandes cuestiones de pensamiento sobre el ser y la existencia o de tan aburridos hacen algunas pavadas que son bastante divertidas, como capturar un alien que es una pelota de playa pintada como una calabaza de Halloween con manos y tener que alimentarla, no sin correr ciertos riesgos.

¡El alien!

Para espejar el vals espacial que sucede en 2001: A Space Odyssey, uno de los tripulantes de la nave, con la música del Barbero de Sevilla de fondo, sufre una serie de complicaciones cuando el redondo extraterrestre se le escapa de donde está encerrado. También la nave tiene un programa de computación que habla y, mucho mejor aún, las bombas tienen su propio carácter y personalidad. Cuando se producen una serie de desajustes por las torpezas de los astronautas una de ellas entiende que se tiene que detonar, lo que da lugar a una gran, y completamente absurda, conversación entre el capitán de la nave y la misma bomba.

No se trata de contar todos los gags de la película sino de resaltar que Carpenter hizo una comedia tremendamente graciosa con poquísimo presupuesto. Los actores ni siquiera son profesionales. Ni Narelle, ni los demás (Cal Kuniholm, Dre Pahich y Dan O´Bannon) tuvieron una carrera, apenas alguna aparición después y no en todos los casos. Lo que sí tuvo el director, en su carta de presentación, fue mucho sentido del humor, ideas y atisbos de talento para convertir algo que parece un proyecto estudiantil en una comedia, valga el calificativo, realmente seria.

Afiche de la película (1974).

Dark Star se puede conseguir por aquí, con estos subtítulos.

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