Extraños en ningún lugar

En su segundo largometraje, Stranger Than Paradise (1984), Jim Jarmusch continúa centrándose en jóvenes errantes, que buscan escapar de la soledad y el hastío. Se trata de una obra de gran poesía visual, que aprovecha al máximo las posibilidades narrativas del blanco y negro y los espacios en que suceden las escenas.

Por Nicolás Bianchi

Un poco de música puede darle algo de calidez y sentido a tanta soledad. Por eso Eva (Eszter Balint), una joven recién llegada de Hungría a New York, pulsa play en su radio cassette y camina al son de I put a spell on you, de Screamin’ Jay Hawkins. De fondo la misma sucia y fea ciudad que vimos en Permanent Vacation (1980), el lado B de la gran metrópolis, el cemento sin glamour pero con bolsas de residuos.

Stranger Than Paradise está dividida en tres episodios. En el primero Eva llega al departamento de su primo Willie (John Lurie, quien además compone la música del film), donde se quedará por diez días antes de partir para Cleveland, lugar en la que la espera una tía que va a darle alojamiento. La relación entre primos es la de dos inmigrantes, uno recién llegado y el otro con más experiencia, en la que Willie exagera su americanidad. Aquí comemos así, le dice a Eva, que lo mira lógicamente disgustada, mientras engulle los trozos de carne que vienen pre cocidos en una bandeja de ´tv dinner’. También intenta convencerla de que el fútbol americano es apasionante y vestirla a la moda, o por lo menos a lo que él cree que es la moda del lugar.

Eva, recién llegada de Hungría, y Willie en un lugar en el que no encuentran mucho para hacer.

Eva y Willie son inmigrantes que se la pasan en un departamento pequeño en una ciudad extraña en la que casi no tienen plata. Apenas consiguen algo con las apuestas que gana Willie junto con su amigo Eddie (Richard Edson) en el hipódromo o en el póker. Tan sola como en la calle cuando llegó, Eva pone play y ahora baila sola I put a spell on you en un departamento tan feo y sucio como las veredas por las que llegó.

Justamente los espacios forman parte de la narrativa de Jarmusch de una manera destacada. Añaden información a los diálogos y construyen el clima en el que sucede la historia. Con los planos tomados en gran angular el director delimita pequeños mundos, ya que la perspectiva indica que nada queda afuera. Ya sea en el departamento de Willie, en las calles neoyorquinas, o, más tarde, en los parajes helados de Cleveland, el entorno tiene un gran peso en el conjunto de la imagen.

Cuatro miradas distintas en el cine.

Cuando Eddie y Willie van a buscar a Eva a la casa de la Tía Lotte (Cecilia Stark) a Cleveland, el inconformismo de los jóvenes queda espejado con la tranquilidad de la anciana, que mira plácidamente la televisión en su sillón, cocina o juega a las cartas. Ella llegó a un lugar de confort que el trío protagonista no consigue. Siempre con un tono liviano, de comedia que casi no tiene chistes o gags, los personajes deciden que Cleveland ya nada tiene que ofrecer luego de ir a un lago congelado en el que, por la nevada, no se ve literalmente nada más que un blanco infinito. Enfrentados a ese vacío huyen a vacacionar en Florida para el último capítulo de la película.

Allí queda claro que Willie quiere relegar y controlar a Eva, por mujer y por ser quizás un poco menor que ellos. Pero es ella quien puede torcer su propio destino, con un golpe de fortuna, cuando los apostadores se quedan sin suerte. Y eso sí, cada personaje continuará su búsqueda de forma individual, como Allie en Permanent Vacation, aquí el futuro no es algo que se pueda perseguir en grupo.

Un paisaje sin nada para ver.

Stranger Than Paradise cierra los arcos de sus personajes dejándolos a todos en un lugar distinto al punto de partida. Representa un salto de calidad, tanto narrativo como visual, con respecto a la primera película, ya citada, de Jarmusch. Pero también se registra una continuidad, una construcción de un estilo que cuenta historias parecidas de personajes similares. Los jóvenes errantes y vagabundos que se enfrentan al vacío de su existencia, claro que, por suerte, contado con un tono liviano y muy disfrutable.

Afiche de la película (1984).

Los interesados pueden conseguir la película por aquí, con estos subtítulos.

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