Germán Areta, detective privado

El crack cero (2019, José Luis Garci), film noir español, presenta la construcción del detective privado que ya tuvo dos películas en los años 80s (El crack y El crack dos en 1981 y 1983). La obra, en blanco y negro, se sitúa en Madrid mientras transcurre 1975, el año de la muerte de Franco.

Por Nicolás Bianchi

No hace falta haber visto las películas que Garci hizo en los años 80 para entrar al universo del detective privado Germán Areta (Carlos Santos), un ex policía que se encuentra dando los primeros pasos en su agencia de investigaciones. Se trata de un personaje en transición, así como lo es la época en la que vive. En Madrid, durante 1975, se empieza a rumorear con la muerte del dictador Francisco Franco.

Areta recibe la visita de Remedios (Patricia Vico), una mujer experimentada y sensual que está afligida por el aparente suicidio de su amante, un sastre mujeriego y jugador, acosado por las deudas, que justo la noche en la que falleció había ganado una buena cantidad de dinero a las cartas. Remedios no cree en el suicidio, supone que alguien lo debe haber matado por lo que contrata a Areta para que investigue.

Remedios, la sensual mujer que contrata a Areta para que investigue un suicidio que podría haber sido otra cosa.

En paralelo al trabajo detectivesco, para lo que el protagonista cuenta con el apoyo de su secretaria Moli (Luisa Gavasa) y su ayudante Moro (Miguel Ángel Muñoz), Areta intensifica una relación sentimental con Adela (María Cantuel), una vendedora de perfumes un tanto cursi. Además debe saldar alguna cuenta todavía con su pasado policial, para lo que se reúne con su ex jefe Vergara (Ramón Langa) y su ex compañero Luengo (Andoni Ferreño), que abrió también una agencia de investigaciones pero dedicada al espionaje industrial.

En la película todo pasa por Areta. Tanto su pasado en la policía como su presente profesional y sentimental se ponen en marcha para hacer avanzar al protagonista por el camino que va a tener que recorrer. Así, el detective se devela como un tipo duro pero con una gran conciencia moral de sus acciones y de su tiempo. “En España hay una larga tradición de premiar lo malo”, se escucha. Lentamente los cambios parecen comenzar a operar.

Areta y su pareja Adela en un cuarto de hotel. La recreación de los interiores está muy bien lograda.

Garci logra imponer un ritmo narrativo constante a través de los diálogos que componen la trama. Areta, omnipresente, se va a entrevistar tanto con los potenciales sospechosos de su caso como con los otros personajes de su universo personal. El film tiene sus tiempos. Dura dos horas. No hay ningún apuro. El ejercicio visual que supone recrear los interiores de cafés, hogares y oficinas de hace 45 años está bien logrado. Afuera es de noche y se escucha la tormenta.

La historia se complementa con comentarios tardíos sobre la dictadura franquista, unas peleas de boxeo bien logradas y una anécdota futbolística sobre un gol histórico del Real Madrid contra el Athletic de Bilbao. En esa ocasión Ramón Marsal, mediocampista del equipo blanco, eludió a un puñado de defensores vascos y a la hora de definir se tomó su tiempo, amagó, esperó el movimiento de sus rivales y luego soltó la pelota para que entre lentamente en el arco. El relato del gol puede funcionar en espejo con la película. Habrá quienes lo consideren un golazo, estarán también los que crean que todo podría haberse definido más rápido. Pero, ¿cuál es el apuro?

Afiche de la película (2019)

El crack cero fue nominada y premiada en un puñado de festivales españoles de cine durante el año pasado. En Argentina todavía no se estrenó. Quienes estén interesados en dar un paseo en blanco y negro por la Madrid de 1975 pueden dirigirse aquí.

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