Yannick (2023), cuando el público es rey

Entre la comedia y la provocación, esta película de Quentin Dupieux presenta a un espectador díscolo que interrumpe una obra de teatro un tanto anodina. Ofrece un comentario de la realidad sin menciones explícitas.

Por Nicolás Bianchi

Yannick es de esas películas de cierto perfil bajo y producción modesta que parecen menos importantes de lo que en verdad son. El film se presenta como una comedia de enredos que, a medida que se desarrolla, resulta provocadora. Al mismo tiempo, está al límite de la crueldad con algunos de sus personajes. Lo que sucede, la dinámica que se recrea, y algunos comentarios que se escuchan van generando un sedimento. Quizás Yannick hable de una realidad global, por más que se desarrolle en un pequeño teatro parisino.

El punto de partida del film es una obra de teatro también cómica que tiene en el centro de su argumento a una infidelidad. Los protagonistas de esta pieza son Paul Riviere (Pio Marmaï) y Sophie Denis (Blanche Gardin). A su vez, el tercero en cuestión es William (Sébastien Chassagne), el actor que menos diálogo y gracia tiene de los tres. Por lo que muestra la película, esta pieza es algo vulgar y aburrida.

Yannick decide escribir su propia obra de teatro

Entonces, uno de los espectadores, Yannick (Raphaël Quenard), hace algo inesperado. Se levanta de su silla, interrumpe la presentación de los actores y, en voz alta, empieza a manifestar su disconformidad con lo que está viendo. Este hombre joven expresa su descontento, cuenta el esfuerzo que para él significa haber llegado hasta allí ese día y no parece satisfecho con ningún tipo de explicación.

La situación es un tanto absurda. Los demás espectadores de la sala que está semi vacía (serán unos 30 o 40 total) en principio no dice nada. Esta intervención puede verse como una reacción desmedida pero con cierta razón. Por lo que había mostrado el film la obra no valía la pena. ¿Ahora tiene derecho Yannick a interrumpirla? ¿Son los espectadores dueños de lo que sucede en una sala de teatro o simplemente deben adoptar una actitud pasiva y contemplativa?

Sin perder su tono disparatado, el problema escala cuando Yannick saca un arma y, con más énfasis, insiste en su reclamo. Además, a partir de un chiste que intenta con un espectador este personaje alude al presidente de Francia, Emmanuel Macron. Todo esto abre la puerta para una serie de interpretaciones. Al promediar el film parecería que el guión del mismo Dupieux está hablando de una suerte de estado de situación actual.

Los actores se ven amenazados, pero no solo por el arma de Yannick

El público no está conforme con lo que sucede arriba del escenario. Los actores, que podrían verse como privilegiados, hacen lo posible para sostener su posición. El que lleva adelante los reclamos es alguien un tanto desequilibrado, pero que, a la vez, genera simpatía en buena parte de los demás espectadores. Está de moda decir que estos personajes son disruptivos. Yannick, sin dudas, es disruptivo.

En todo momento, el film es inteligente. No exagera los rasgos excéntricos del protagonista. Y, de a poco, lo nivela con los demás personajes. Los actores Paul y Sophie lucen cada vez más desagradables. Pero no tienen una pistola en la mano ni amenazan a nadie. Simplemente están arriba del escenario. La última escena también resulta contundente. Pero en estas líneas ya se ha contado demasiado de la película. Es mejor verla y sacar conclusiones propias.

Afiche de la película (2023)

Está en Mubi. Contacto: elgolocine@gmail.com

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