Dirigida por Luis Buñuel. Es una comedia que se centra en un disparatado viaje en ómnibus, desde la costa hasta la ciudad, por un camino de montaña.
Por Nicolás Bianchi
Esta película mexicana es apenas anterior al clásico francés Le salaire de la peur (1953), de Henri-Georges Clouzot. En aquel film, unos operarios europeos debían trasladar un peligroso cargamento explosivo en camiones a través de las rutas peligrosas de un país latinoamericano no especificado. A su vez, en Subida al cielo esta dinámica se presenta de manera similar, aunque en tono de comedia y disparate.
En este sentido, Buñuel construye una historia con una estructura que, más adelante en su carrera, va a repetir. Aquí no resulta tan importante la trama en sí sino lo que va sucediendo en el camino. El protagonista, Oliverio (Esteban Mayo) es un joven que vive en un pueblito costero del estado de Guerrero, sobre el Océano Pacífico, y está por casarse con Albina (Carmelita González).
La gente de este lugar, en el que no hay iglesia, concreta el matrimonio viajando a una isla desierta y pasando allí una noche. Pero, como si fuera un adelanto de lo que va a venir, el viaje de Oliverio es interrumpido por uno de sus hermanos. Esto se debe a que su madre está agonizando. El último deseo de esta mujer es elaborar un testamento. Para ello, el joven debe ir hasta la ciudad a buscar a un abogado.
Este ardid del argumento pone en marcha un viaje disparatado en un bus con distintos personajes. El conductor Silvestre (Luis Aceves Castañeda) es vago y borrachín. También viaja un diputado, Eladio (Manuel González), enérgico y dispuesto a resolver todo con el revolver que lleva calzado en el cinturón. Pero el personaje más importante es Raquel (Lilia Prado), una mujer presentada como una bomba sexual que pone en aprietos al protagonista novio que está por contraer un compromiso nupcial.
Para desgracia de Oliverio, que está sumamente apurado, durante el viaje suceden todo tipo de inconvenientes. Buñuel despunta aquí algunas de sus armas que se hicieron célebres en los 60 y 70. Hay escenas oníricas y situaciones disparatadas que muchas veces van más allá de lo supuestamente razonable. Pero todo esto sucede en un tono de comedia, no de delirio total.
Por otro lado, la película es también un viaje folclórico por el México de esta época. Al personaje del diputado, como representante de los políticos caudillos, hay que sumar otros que van apareciendo por el camino. También hay fiestas en pequeños pueblos e incluso suena el clásico Las mañanitas. En síntesis, Subida al cielo es una comedia liviana y entretenida que ofrece algunas escenas bien logradas.
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Un comentario en “Subida al cielo (1952), un viaje loco por México en bus”