Una mujer sin amor (1952), la película que Buñuel consideraba como la más floja de su obra

Se trata de una adaptación de una novela de Guy de Maupassant. Se basa casi exclusivamente en diálogos y su final resulta desabrido.

Por Nicolás Bianchi

Una mujer sin amor es de esas películas que cualquier director más o menos capaz podría realizar en unas cuantas jornadas de rodaje. No hay en ella ningún atisbo de autor, más allá del nombre del director que se lee en los títulos iniciales. Esta historia, publicada por primera vez en 1887 en Francia, fue adaptada al México de mediados del siglo XX. La cultura eminentemente patriarcal de este país da marco a un relato en el que una mujer se enfrenta a la imposibilidad de ser feliz.

Rosario (Rosario Granados), la protagonista, es una mujer relativamente joven y madre de un niño pequeño. Su marido, Carlos Montero (Julio Villarreal), es un hombre de buen pasar que es dueño de una casa de antigüedades. El patriarca es severo tanto con su mujer como con su hijo. Esto queda claro en las primeras escenas del film, en las que el hombre desautoriza a su mujer en su negocio y después castiga a su hijo con un cachetazo.

Rosario y su amante Julio

Esto lleva a que el pequeño huya. Quien lo encuentra perdido en un bosque es el ingeniero agrónomo Julio Mistral (Tito Junco), quien lo acompaña de vuelta a su hogar. Allí conoce a Rosario y ambos se enamoran. Pero en el medio sigue estando Carlos, que busca reconfortar con todo tipo de regalos y atenciones a quien rescató a su hijo. En todo momento, la película parece seguir un guión demasiado cargado de diálogos que no resulta muy fluido.

Con respecto a esto, un detalle en una escena da cuenta de lo almidonado que resulta este relato. Mediante sus gestos y miradas los personajes de Julio y Rosario demuestran su atracción. Ahora bien, esta situación queda de manifiesto entre ambos cuando Julio le dice a Rosario que su marido, Carlos, es un hombre vulgar. Rosario asiente y da comienzo a la historia de amor entre ambos.

La madre enfrenta a su dos hijos

Ahora bien, la calificación de vulgar llama la atención. Carlos no es grosero ni maleducado, simplemente cumple con su rol de padre y marido según los valores de su época. Además, este mismo sistema ideológico es el que provoca el trajín emocional del personaje de Rosario durante todo el relato. Lo que se busca señalar es que la película, en vez de contar con imágenes el problema, lo resume a un diálogo. Es más importante lo que se dice que lo que se observa.

Por último, el final resulta sumamente chato. La historia languidece e intenta proporcionar algo así como un cierre feliz. En este momento, son importantes los personajes de los hijos de Rosario, Carlos (Joaquín Cordero) y Miguel (Xavier Loyá). Ambos se ven obligados a juzgar a su madre por aquellos actos de infidelidad. Una mujer sin amor es una producción sólida pero insulsa. En definitiva, olvidable.

Afiche de la película (1952)

Está online. Contacto: elgolocine@gmail.com

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