Sobre la vigencia de Los olvidados (1950)

La primera obra maestra en la filmografía de Luis Buñuel. A sus 50 años el director español fue laureado en Cannes y relanzó su carrera. Un retrato de la marginalidad con valor actual.

Por Nicolás Bianchi

En sus primeras secuencias, Los olvidados presenta a la marginalidad urbana, su tema central, como un fenómeno extendido a nivel mundial. Hay imágenes de París y Nueva York, aunque la historia transcurra en México. Esta pretensión de universalidad, sin embargo, es un logro del film. Además, su mensaje pervive más de 70 años después. Los jóvenes indigentes de hoy no son tan diferentes a los de ayer.

Esta película es un retrato coral de un sector de la sociedad que está hilado a través de dos personajes centrales. Pedro (Alfonso Mejía) ronda los 15 años y vive prácticamente todo el día en la calle junto a un grupo de amigos. Su madre (Estela Inda) lo trata severamente por esto. El joven no está casi nunca en su diminuta casa que debe compartir con otros 3 hermanos.

El Jaibo

Al lado de esta familia vive Meche (Alma Delia Fuentes) junto a su abuelo. Esta vivienda se compone de una habitación y un corral en el que hay algunos animales domésticos. Estas viviendas no tienen luz ni agua. Los pisos son de tierra y los adultos está ausentes buena parte del día porque tienen que trabajar para comprar comida. Ese es el caso de la madre de Pedro, que dice que limpia pisos en largas jornadas para poder poner algo encima de la mesa a la noche.

Este pequeño mundo marginal se ve alterado por la llegada de El Jaibo (Roberto Cobo), un joven más grande, quizás de 17 o 18 años, alto y fuerte que ha tenido que pasar al menos un año en un correccional. Este personaje pervierte a todos los demás niños o adolescentes. Hay robos a discapacitados, violencia y hasta un asesinato, del que involuntariamente Pedro es cómplice. Los olvidados es una referencia obligada en este tipo de relatos. Obras como Pizza, birra, faso (1998) o Ciudad de Dios (2002), entre muchas otras, abrevan en ella.

Una pandilla roba y humilla a un hombre sin piernas

De la mano de El Jaibo, Pedro comienza a bajar por un espiral que parece no tener fin. En primer lugar, la marginalidad se presenta como una condena. Pedro intenta salir, pero no tiene cómo. Otro rasgo interesante, y de gran actualidad, es la crueldad. Robar a un ciego o alguien que no tiene piernas es vil. Festejar la muerte violenta de un delincuente, por más que haya cometido atrocidades, es tan triste como patético.

Los olvidados, con pequeños detalles, también pinta un mundo salvaje para los niños pobres. El abuso y la prostitución están ahí nomás. Todos son potenciales enemigos. Todos son virtuales abusadores que pueden sacar una tajada de la situación de miseria de estos jóvenes olvidados por la sociedad, sus familias y por cualquier tipo de autoridad.

Un ciego adulto invita a una niña a sentarse en sus piernas. La escena es incómoda y muestra más peligros para estos jóvenes marginales.

Por último, una digresión sobre la actualidad argentina. Recientemente murió un joven rosarino que había quemado el 90 % de su cuerpo al tratar de robar cables de alta tensión para vender cobre por unos pocos pesos. En redes sociales y algunos medios de comunicación las muertes de los delincuentes se celebran a viva voz. Los personajes de Los olvidados siguen naciendo y muriendo a diario en las sociedades del siglo XXI. Más de 70 años después esta película es de rigurosa actualidad.

Afiche de la película (1950)

Está en YouTube. Contacto: elgolocine@gmail.com

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