La ira de Dios (2022) y la factoría de thrillers

Producida por Netflix y basada en una novela de Guillermo Martínez, esta película es un producto estandarizado que cuenta con varias características comunes a otras obras. La adaptación es muy deudora del libro y algo holgazana en términos cinematográficos.

Por Nicolás Bianchi

Desde hace más de una década, España produce una batería de thrillers que copan distintas pantallas. Hay mejores y peores, aunque la marca distintiva de la industria es un piso de calidad elevado. Estas películas se ven bien, tienen en su reparto tanto a actores consagrados como a figuras prometedoras y, por distintos caminos, buscan generar un impacto a partir de distintas herramientas vinculadas al suspenso.

Las producciones de Netflix en Argentina están de acuerdo con estos estándares industriales aunque todavía no son del todo agrupables por su estilo. Son menos en cantidad y algo más diversas en sus temáticas. En este caso, La ira de Dios cumple con niveles técnicos y de producción más que aceptables, pero lo que falla es la narración.

El villano Kloster, un escritor de un éxito sumamente exagerado.

Los tres personajes centrales de la película son el periodista Esteban Rey (Juan Minujín), el escritor consagrado Kloster (Diego Perettí) y la joven Luciana (Macarena Achaga). En la presentación del último libro de Kloster sucede algo trágico que no queda del todo claro. Luego de esta primera escena el relato va hacia el pasado.

Luciana es la ayudante de Kloster, hasta que el escritor intenta besarla y la relación se rompe, ocasionando un trastorno en la vida personal del personaje interpretado por Peretti. Por otra parte, a lo largo de muchos años Luciana sufre la pérdida de distintos integrantes de su familia lo que, sin pruebas pero tampoco sin dudas, ella atribuye a macabras elucubraciones del escritor.

El periodista Rey es quien intenta unir estos dos mundos, mientras en la redacción del diario para el que trabaja todos están enfocados en una serie de incendios intencionales que mantienen en vilo a Buenos Aires. La ira de Dios podría haber sido un buen intento de cine noir (o neo noir), con Luciana como femme fatale, Kloster como personaje oscuro y misterioso, y Rey, entre el humo de cigarrillos y vasos de whisky, intentando resolver la encrucijada.

El periodista Rey es una suerte de narrador, aunque su punto de vista se pierde durante largos minutos de la película.

La iluminación de café 24 horas que tiene la película, más el maquillaje de los personajes, que se asemeja al que se emplea en los programas de los canales de noticias, agregan una cuota de artificialidad que hace imposible la creación de un clima sugerente. El director Sebastián Schindel había elaborado una historia mucho más interesante en Crímenes de Familia (2020), pero este, sin dudas, es un paso atrás.

Uno de los pocos méritos del film es una sugerencia: seguramente el libro original escrito por Martínez sea mucho más interesante.

Está disponible en Netflix. Contacto: elgolocine@gmail.com.

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