Un mundo de obsesiones

En Obsession (1976) el director Brian De Palma exhibe las preocupaciones recurrentes de su obra a través de personajes que también viven atrapados en distintas manías alrededor del dinero o el amor romántico. Se trata de un relato excesivo que bordea, sobre todo en el último acto, al delirio.

Por Nicolás Bianchi

Luego del estreno de la película el gran crítico norteamericano Roger Ebert escribió que si Obsession hubiera sido más sutil y más apegada a cierta lógica en el plano argumental, sin dejar tantas preguntas sin contestar, se trataría de una película fallida. El film funciona entonces en el exceso y el derroche emocional de su protagonista, y no en los detalles de su guión, que presenta un tercer acto que circunda la incongruencia.

Michael Courtland (Cliff Robertson) es un millonario dedicado al negocio de bienes raíces en New Orleans. Corre el año 1959 y él vive feliz junto a su mujer y su hija en una mansión en la que celebra el décimo aniversario de su boda. Pero en la primera de muchas tomas de inspiración hitchcockiana (obsesión de De Palma) que presenta la película se puede ver que uno de los camareros porta un arma en su cintura.

1959, antes de la tragedia, en el festejo del décimo aniversario de bodas.

Una vez terminada la fiesta, la mujer y la hija de Michael son secuestradas. Una nota clavada en el cuarto de la pequeña, y hecha con recortes de diarios o revistas, pide 500 mil dólares de rescate. En vez de seguir las instrucciones de los criminales Michael opta por recurrir a la policía que lo involucra en un complicado plan de rescate que, como era previsible, sale muy mal. Tanto Elizabeth (Geneviève Bujold) como la pequeña acaban, por lo menos a los ojos de Michael, muertas. El apego del protagonista por el dinero y el rescate pagado con billetes falsos concluye en tragedia.

La historia salta a 1975. Una toma de Michael en el cementerio da cuenta que el duelo no está concluido. Con posterioridad en un viaje de negocios a Florencia junto a su socio Robert (John Lithgow), Michael visita la iglesia en la que había conocido a Elizabeth. En uno de los laterales encuentra a una joven que trabaja en la restauración de una de las obras de arte que decoran el lugar. Para su sorpresa es idéntica a su fallecida mujer.

En vez de regresar a Estados Unidos Michael decide permanecer en Florencia para conseguir la atención de esa joven que lo obsesiona. Una toma de apenas unos segundos de su socio Robert en un taxi, que porta un gesto que no denota sorpresa por el hallazgo sino cierta adustez, basta para instalar la idea de que detrás de aquel encuentro no hay una casualidad sino algo que puede ser seguramente peor.

1975, un gesto que instala sombras sobre lo que en principio es un encuentro casual.

Tanto De Palma como el guionista Paul Schrader admitieron que la película está basada o inspirada en Vertigo (1958), de Alfred Hitchcock. No solo se puede advertir la referencia en los caminos de la trama sino también en el modo en que el director utiliza la cámara y compone los planos. Desde el ya mencionado en el que le muestra a la audiencia el arma de uno de los secuestradores hasta la secuencia final, que se produce en un aeropuerto, y, si bien es delirante, está filmada de forma extraordinaria. Además, la música incidental recarga la atmósfera de las escenas más importantes del film.

Personajes que corren detrás del dinero, el amor perdido y los errores del pasado, que son delineados por autores que siguen la línea estética y narrativa de Alfred Hitchcock componen un mundo de obsesiones que da como resultado un film excesivo y dispar, pero que como dijo Ebert, no podría haber funcionado mejor de otra manera.

Afiche de la película (1976).

La película se consigue aquí, con estos subtítulos.

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