La película más universal de la Nueva Ola Checa

En La tienda en la calle Mayor (1965), los directores Ján Kadár y Elmar Klos, cuentan la historia del avance del fascismo en Eslovaquia al exhibir la relación entre una añosa comerciante judía y su supervisor ario.

Por Nicolás Bianchi

Checoeslovaquia experimentó, como muchos países de Europa, el surgimiento de una ola de cine de vanguardia durante la década de los 60 del siglo pasado. En este caso particular fue breve porque en 1968, luego de un proceso de protestas (conocido como la Primavera de Praga) que dio lugar a la apertura de la sociedad en materia de, entre otros temas, libertad de expresión, el país fue invadido por tanques soviéticos para clausurar las reformas. Los cineastas que permanecieron en su patria sufrieron grandes dificultades para filmar. Otros eligieron emigrar. Quizás el más famoso sea Milos Forman, director de Amadeus (1984) y One Flew Over the Cuckoo’s Nest (1975) entre otras, quien continuó con su carrera en Hollywood.

La pareja autoral integrada por Ján Kadár y Elmar Klos compartió cartel en un puñado de obras durante el período de la Nueva Ola, y alcanzó el reconocimiento internacional con La tienda en la calle Mayor (1965), una película que se ambienta en la Eslovaquia regida por un gobierno títere del nazismo durante la Segunda Guerra Mundial.

Tono, un humilde carpintero que es confrontado por su cuñado fascista.

Tono (Josef Kroner) es un carpintero que vive humildemente con su mujer en las afueras de la ciudad hasta que su cuñado, un jefe local del gobierno fascista, lo encomienda como “delegado ario” de un comercio regenteado por una mujer judía. Al avanzar las prohibiciones antisemitas las libertades de los judíos fueron recortadas. Para poder ejercer el comercio debían contar con un supervisor ario.

Antes de llegar a ese punto vemos a Tono desarrollar su vida cotidiana. Es un hombre un tanto despreocupado, al que la realidad parece pasarle lateralmente. Ve que en la avenida central están construyendo un monumento nacionalista pero, más que el hecho en sí, le preocupa que no lo hayan contratado a él para hacer el trabajo. En su casa le cuesta encontrar paz ya que su mujer le exige más dinero. Hasta que su cuñado, de improviso, llega con bolsas de alimentos y bebidas, y durante una noche de borrachera, lo informa de su nueva asignación.

Tono y el lujo que le deforma el rostro.

En esa primera secuencia importante de la película hay algunos elementos dignos de mención. El cuñado de Tono luce seguro, importante en su informe que reluce, en contraste con las ropas que usan el personaje principal y su mujer. Dentro de los artículos lujosos que lleva a la casa hay una cigarrera resplandeciente. En ella Tono se mira, y aunque vea su cara distorsionada, seguramente por el lujo, le agrada. El fascismo, y los productos que vienen con él, provocan una borrachera fenomenal en las dos parejas, a tal punto que Tono termina realizando una imitación patética de Hitler.

Al otro día Tono concurre al comercio en donde se encuentra con su dueña, la señora Lautmann (Ida Kaminska), una mujer anciana que sufre problemas auditivos y parece estar en la frontera entre la senilidad y la lucidez. Con una incomodidad palpable Tono intenta explicarle cuál es la situación que lo lleva a él allí. La escena es interrumpida por un amigo de ambos que ingresa al negocio y encuentra una suerte de solución salomónica: le dice a Lautmann que Tono va a ser su ayudante, y luego arregla con él el pago de un salario por parte de la comunidad judía. Además le muestra que el negocio está quebrado de hace años, prácticamente no tiene mercadería para vender y la señora es sostenida, desde la muerte de su marido en la Primera Guerra Mundial, por los otros comerciantes, familiares y amigos de la colectividad. Tono pasa de ser el “arianizador” a integrarse como un miembro disfuncional de la comunidad judía.

La relación entre Tono y Lautmann es contada prácticamente en términos de comedia ya que la señora siempre entiende todo por la mitad y no escucha (o no quiere escuchar) lo que le dicen. En todo momento Tono se siente perseguido, observado, lo que es acentuado por los pocos recursos musicales de ambiente que utilizan los directores. Son dispuestos en muy contadas ocasiones, a través de instrumentos de cuerda que suenan secos y enfatizan el nerviosismo que sufre el personaje. La película abandona el tono cómico en el desenlace, cuando la represión por parte del gobierno fascista recrudece.

De manera circular, lo que comenzó con una gran borrachera en la casa de Tono finaliza, con el mismo consumo desmedido de alcohol dentro del negocio de la señora Lautmann. Los fantasmas, el desgaste psicológico y la presión que le imponen su cuñado, su mujer y la realidad que atraviesa el lugar en donde vive, hacen mella en el personaje.

En La tienda de la calle Mayor se pueden encontrar elementos distintivos de la Nueva Ola Checoslovaca como el tono irónico o de sátira, la exploración del absurdo, el desencanto ideológico, las atmósferas kafkianas y el montaje dinámico. El tema de la película, o sea el avance del nazismo y el fascismo, le dieron un carácter universal que le permitió salir de las fronteras europeas.

La tienda de la calle Mayor fue galardonada con el Oscar a la mejor película extranjera en 1966. Las actuaciones de Kaminska y Kroner fueron premiadas en Cannes en 1965.

Muy abstracto el afiche de la película (1965).

El film está disponible en excelente calidad online y con subtítulos en español: https://zoowoman.website/wp/movies/la-tienda-en-la-calle-mayor/

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