Uno nunca sabe cuándo va a tener un problema

Con componentes delirantes, bizarros y surrealistas, Cul-de-sac (1966) o Callejón sin salida le dio a Roman Polanski el empujón definitivo que llevó su carrera a los primeros planos de Hollywood. Su maestría, sin embargo, no puede ocultar sus crímenes, y viceversa.

Por Nicolás Bianchi

El cine del director polaco Roman Polanski ha quedado envuelto en un halo desagradable debido a conductas del cineasta que nada tienen que ver con la realización de películas. En 1977 Polanski fue condenado en Estados Unidos por violar a una menor de 13 años luego de suministrarle alcohol y pastillas cuando él tenía 44 años. El director optó por escapar a Europa y no enfrentar su condena. Con los años y el surgimiento de los movimientos feministas otras mujeres lo han denunciado por casos similares. Antes del Me Too y otras campañas, pero luego del juicio que condenó a Polanski en ausencia, la academia de los Oscar y el jurado de Cannes lo premiaron por su película El Pianista (2002). La postura más inteligente al respecto es la de la directora argentina Lucrecia Martel, que al ser designada como presidente del jurado en la última muestra de Cannes en la que el último film de Polanski, J´accuse (2019), compitió, sostuvo que se trata de un “maestro del cine” que intenta “exonerarse al final de su vida de una falta muy grave que cometió”*. Las faltas de Polanski no hacen peores a sus películas. Sus grandes obras no lo eximen de ser un abusador y un violador.

Luego de la aclaración se puede comenzar con la reseña de Cul-de-sac (1966), conocida en el mundo de habla hispana como Callejón sin salida. Se trata de un film con componentes bizarros, que por momentos linda con el surrealismo, y que en todo momento resulta atrapante. El mismo Polanski manifestó, luego de terminar la filmación, que la película es “una adición al lenguaje poético del cine”. El actor Jack Nicholson, amigo del director, sostuvo más de una vez que Cul-de-sac es su “película favorita”.

El malherido Richard llega al castillo.

Sin más preámbulos la película comienza con un auto descompuesto que está siendo empujado por el malherido Richard (Lionel Stander). Dentro del vehículo yace otro hombre en agonía, Albie (Jack MacGowran). Richard, a punto de agotarse, decide que necesita buscar ayuda. Cierra el auto, le promete a su compañero que va a volver y comienza a caminar por los médanos. Todo sucede en un camino rodeado por el mar, adyacente a una playa.

Richard llega a un pequeño castillo. Se esconde en el gallinero, come un huevo crudo, se recuesta. El hombre está en un estado decadente, desalineado y sucio. Todo indica que él y su compañero participaron de algún tipo de crimen que se complicó. Cuando cae la noche Richard sale del gallinero y entra a la cocina del edificio. Toma leche, busca más comida y usa el teléfono. Necesita comunicarse con un capo para que le envíen ayuda, para que alguien pase a buscarlos. Por el ruido de la genial voz aguardentosa de Richard la pareja que vive en el castillo advierte su presencia. Antes habían estado jugando en su recámara. Teresa (Francoise Dorleac), una joven y bellísima mujer, está travistiendo a George (Donald Pleasance), un hombre calvo y bastante mayor que ella. Así como están, él maquillado y con un camisón de ella, bajan al encuentro del intruso.

En el castillo Richard se encuentra con una extraña pareja.

La película pasa por distintos etapas, todas con una cuota de delirio importante. En este punto inicial se trata de un secuestro, una home invasion movie, en la que Richard mantiene cautivos a la pareja a la espera que llegue la ayuda. El contraste entre los personajes masculinos es notable. Richard es un hombre tosco y bruto, de gran fortaleza. Mantiene el control de la situación a pesar de tener un brazo en cabestrillo y bebe e insulta sin parar. George carece de cualquier tipo de coraje y es humillado tanto por el invasor como por su mujer, que no le tiene ningún tipo de respeto.

Otro momento destacable del film se produce cuando, con el castillo tomado por Richard, la pareja recibe a un grupo de invitados. Allí el maleante se hace pasar por el mayordomo y da lugar a una serie de escenas que podrían integrar algunas de las películas que en esos años rodaba Luis Buñuel. Una pareja de burgueses, o ricos, que no pueden irse de su castillo pero disimulan, junto con sus amigos, al máximo la situación. La reunión, el almuerzo, las conversaciones continúan como si nada pasara, cuando es evidente que Richard por su actitud, su voz y su comportamiento no es quien todos simulan que es.

Además la película cuenta con una escena filmada con un plano secuencia de 7 minutos y medio, ‘la escena de la playa’, uno de los más largos producidos al momento del estreno. La destreza de Polanski es evidente en este film temprano que rodó a los 32 años de edad. Cul-de-sac fue premiado en el Festival de Berlín de 1966 e impulsó la carrera del director, que luego desembarcaría en Hollywood para filmar Rosemary´s baby en 1968 y definitivamente instalarse en la elite del cine mundial hasta el día de hoy.

Afiche de la película (1966), a veces lo único que se puede hacer es reir.

Quienes quieran revisar el ya clásico film de 1966 pueden dirigirse por aquí, con estos subtítulos.

* https://www.lanacion.com.ar/espectaculos/lucrecia-martel-polanski-es-maestro-del-cine-nid2287833

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