No hay perdón posible

Secret sunshine (2007), del director coreano Chang-dong Lee, muestra a una mujer que se instala en el pueblo de su difunto marido, y propone, entre otras cosas, un debate moral y religioso sobre el perdón.

Por Nicolás Bianchi

Una operación recurrente del cine coreano contemporáneo es llevar un personaje de la ciudad, casi siempre Seúl, o al interior rural o a alguna ciudad o pueblo de menor tamaño para después ejercer un contraste. A través del habitante de la gran metrópolis se muestran, con una mirada cuasi antropológica, la vida en los lugares que están alejados de las luces del centro y los distritos tecnológicos. Tal es el caso en Memories of murder (2003) o A girl at my door (2004), y también en Secret sunshine (2007).

Aquí el director Chang-dong Lee filma la llegada accidentada de Shin (Do-yeon Jeon) a Milyang, una ciudad pequeña atravesada por unas avenidas con bastante tráfico cuyo nombre significa ‘amanecer secreto’ en chino. Shin es viuda y se instala con su hijo en el lugar de donde era originario su marido, en lo que es una curiosa manera de atravesar el duelo. En vez de alejarse, la protagonista busca paz en un lugar más cercano a su esposo. Spoiler alert: no la va a encontrar. Desde el primer momento el viaje de Shin es complicado. El primer percance que sufre es con su auto, que deja de funcionar a unos pocos kilómetros de la entrada de la ciudad. El mecánico Jong (Kang-ho Song, probablemente el actor coreano más famoso) va en su ayuda y, de a poco, se va a convertir en su sombra, desarrollando por ella una admiración que Shin no puede corresponder.

Shin (Do-yeon Jeon) junto a su hijo. De Seúl se traslada a la pequeña ciudad de Milyang.

Tanto en comparación con él como con los demás habitantes de Milyang, Shin aparece como una mujer sofisticada y moderna, aunque no necesariamente en la ciudad haya resaltado por eso. Park parece señalar que en las ciudades del interior, o al menos en la que centra su película, las mujeres y los hombres viven juntos pero separados, en mundos que son distintos. Las mujeres son esposas u objetos del deseo sexual. Los hombres viven en grupos, cultivan la amistad, pero nunca las incluyen a ellas en ese tipo de relaciones. Trabajo o cortejo parecen ser las únicas vías de comunicación entre géneros. También la religión.

El camino de Shin en Milyang será tortuoso, lo que la llevará a una crisis total. El debate más interesante que introduce Park en la película es moral, filosófico, prácticamente teológico. Como apoyo para lidiar con el sufrimiento, Shin, en principio atea o agnóstica, comienza a asistir a una iglesia evangélica donde, al menos, puede expresar y descargar su dolor. Ahora bien, el sujeto que en parte fue el culpable del malestar de Shin también, casi al mismo tiempo que ella, encuentra sustento espiritual en el Dios católico.

Do-yeon Jeong fue premiada por su trabajo como Shin.

Lo que Shin necesitaba era perdonarlo, como una última concesión para cerrar una etapa de su vida e intentar arrancar de nuevo. Necesitaba que la acción provenga de ella, tener ese control, ser capaz de ese gesto. Cuando Shin lo quiere hacer, el hombre le revela que él también encontró la religión, y en ella el perdón para sus acciones. El sujeto ya está ‘perdonado’ antes que Shin lo haga. Esa es una intromisión que la protagonista de la película no puede tolerar, y que sus compañeros momentáneos no pueden explicar. La rendición a Dios no puede ser tan humillante, tan incondicional. Hay algo del individualismo citadino de Shin que es incompatible con la devoción exultante de los lugareños. Allí hay una barrera que no se puede romper, porque parecería que hay acciones que no se pueden perdonar, aún perdonándolas.

Afiche de la película (2007).

Secret sunshine es una de las seis películas que lleva filmadas el gran director coreano Chang-dong Lee. Por su exuberante trabajo la actriz Do-yeon Jong fue la primera intérprete coreana en recibir un premio en Cannes.

Los interesados pueden dirigirse por aquí, con estos subtítulos.

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